• Les boulets du NYT d’après l’OEA :
      – négation de l’Holodomor en 1931
      – refus de publication de l’existence de camps d’extermination en 1944
      – récit pro-castriste en 1957.

      Et ce morceau de bravoure : le NYT a, bien sûr, le droit de mentir, le secrétariat général de l’OEA, de son côté, préfère exercer avec prudence son droit de dire la vérité.

      Por su parte, aunque menos relevante, un artículo del NYT también ha intentado de alguna manera ir por ese camino de negar el fraude electoral en las elecciones de octubre de 2019 en Bolivia. Una vez más, no corresponde a este comunicado entrar en una discusión política con el equipo del NYT, pero sí es necesario contextualizar esta campaña. El NYT tiene una historia controversial con la verdad en contextos de dictaduras y totalitarismos que ha sido documentada. Por ejemplo, en 1931 el corresponsal del NYT en la Unión Soviética Walter Duranty falló en identificar y reportar la hambruna de millones de ucranianos provocada por el régimen totalitario de Joseph Stalin. El corresponsal del NYT terminó representando más defensa de Stalin que de la verdad. Se podrá decir que era “otro” NYT, aun así, el Premio Pulitzer que Duranty obtuvo por este trabajo sobre la Unión Soviética, no ha sido despojado por la Junta del Pulitzer ni rechazado por el “actual” NYT.

      Por alguna inaceptable e incomprensible razón, el NYT tampoco reportó en sus primeras planas la evidencia del genocidio del Holocausto y los campos de concentración Nazi en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. El criterio de publicación de NYT no pasa por las coordenadas de veracidad y objetividad, sino más bien de conveniencia política. En este Hemisferio, en 1957, su corresponsal Herbert Matthews fue instrumental en la construcción de una narrativa pro-Castro del cual el mismo Fidel Castro se burló y se benefició en su proceso de destrucción totalitaria. Nada de esto ha sido objeto de revisión por el actual NYT. Hoy, por su parte, pretende negar al pueblo boliviano la posibilidad de elegir un nuevo presidente que no sea Evo Morales en una nueva elección.

      Obviamente le reconocemos al NYT su derecho a mentir, tergiversar, distorsionar la información, los datos y los hechos, así como a mezclar verdad y mentira todas las veces que quiera; reconociendo que estos derechos que tiene son inalienables y pertenecen a la esencia del ejercicio de la libertad de prensa y de expresión y definitivamente haremos todo lo que sea necesario siempre para asegurar el ejercicio de estos derechos. Por parte de la Secretaría General, ejerceremos, con prudencia, nuestro único derecho a decir la verdad y a presentar los hechos tal cual son.

      Sur le Venezuela, Almagro observe tout aussi scrupuleusement son droit de dire sa vérité…