Con Guaidó y sin Guaidó

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    Con Guaidó y sin Guaidó
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    Los lugares visitados por el presidente Guaidó se llenan de animación. Las muchedumbres lo reciben, la esperanza abarrota las calles de ciudades, pueblos y aldeas para manifestar respaldo a la autoridad que representa y al cambio que promete. Es un fenómeno evidente, pero ¿qué sucede después? ¿Qué pasa cuando continúa su periplo?

    El vínculo entre su liderazgo queda establecido, desde luego, pero las organizaciones que representa no parecen capaces de mantenerlo y profundizarlo. La alegría da paso a la pasividad, el entusiasmo comienza a languidecer, la dictadura vuelve a sentar sus reales en el cauce de la tranquilidad desaparecida durante la visita del líder. Como se ha ido el rival fundamental, como se retiran los líderes nacionales que lo acompañan, el imperio de la rutina deja de tener los escollos que le estorbaron durante un rato.

    Como el presidente Guaidó no es ubicuo, su aliento personal languidece cuando busca otros horizontes. Estamos ante una situación irremediable, pero solo relativamente. Las organizaciones de oposición deben aprovechar el ímpetu que deja y la semilla que siembra, para que no se pierdan en la superficialidad de los acontecimientos pasajeros. Después de la visita, después de las clamorosas muestras de apoyo, debe buscarse la manera de que no sean flor de un día.

    Hace falta, por lo tanto, una búsqueda de veras permanente, a través de la cual continúen las manifestaciones contra la dictadura, a las que convoca el aclamado viajero frente a las multitudes, pero de las cuales debe alejarse por su obligación de atender el mapa entero de la república devastada. Cada región, cada ciudad, cada población debe proseguir la faena, a través de los partidos políticos y las diferentes agrupaciones opositoras que hacen vida en cada uno de los lugares visitados.

    Porque, en definitiva, no estamos ante un reto personal, sino ante una empresa de todos los ciudadanos. Mientras cada parte de la sociedad animada por la presencia de Guaidó no participe cabalmente en la recuperación de la democracia y en el reclamo de los valores fundamentales de la cohabitación democrática que brillan por su ausencia, no llegaremos a la ansiada meta. Hablamos de un asunto de liderazgos regionales, de responsabilidades comarcales, de dejar la modorra que solo favorece a la usurpación. El líder nos anima en sus visitas, pero la visita deja de tener importancia si no se la damos realmente en las regiones.